jueves, 15 de diciembre de 2011

Solo melodia


Un niño en un banco muy cerca del pueblo donde el único sonido es de la melodía de su flauta.

Paseo en bicicleta


     Un grupo de niños paseando con sus bicicletas solos en los alrededores del pueblo.

El niño y las ovejas


Un niño que mira atentamente y con asombro a un rebaño de ovejas como si quisiera jugar con estas.

Jugando con las gallinas


Una niña que se encarga de dar de comer a sus gallinas y a su vez juega animadamente, es decir, se ve que está disfrutando del momento.

Tirachinas

Un niño solo que camina con su tirachinas sin saber bien adonde, simplemente lo que surja.

JUGANDO EN EL CAMPO

Los niños se relacionan particularmente con el mundo a través de los juegos, pues es así que interpretan y relacionan su medio ambiente, de acuerdo con un estudio de la fábrica de juguetes Famosa en colaboración con el Instituto Tecnológico del Juguete (AIJU). Así los niños que crecen en el campo tienen experiencias distintas de aquellos que son criados y educados en las ciudades y, por consiguiente, juegan y se comportan diferentemente.  No solamente se trata del contexto, sino de las formas sociales de las personas que ahí habitan, su educación tanto informal como en una escuela, la cultura y costumbres, así como las tradiciones y formas de pensar, la interpretación de lo que es la vida, expectativas a futuro, condiciones económicas, familiares, etc.
En primer lugar, se puede decir que todo empieza con la relación más sana con el medio ambiente en el campo que permite a los niños una mayor libertad que los hace más espabilados. De acuerdo con un artículo de los expertos en la Revista Integral, la naturaleza para los niños es una fuente de estímulos, pues les ofrece una experiencia sensorial completa e insustituible a través del tacto, el olor, los sonidos y las imágenes, que impactan sobre su imaginación y sus emociones. En la naturaleza los niños encuentran una serie de cualidades únicas y que no se hallan en otros entornos. Además, el contacto con los animales es una escuela de educación emocional donde los niños hablan con los animales y que los tratan con cautela y respeto.
En segundo lugar, otro aspecto muy importante en el campo son las relaciones sociales de vecindad, la hospitalidad y la ayuda recíproca que hacen  que los niños crezcan más solidarios. De este modo, en el campo continúa todavía la unión entre sus gentes, lo que permite que los niños jueguen todavía cerca de sus casas sin tener que estar acompañados de adultos para vigilarles.
En tercer lugar, importa hablar de cómo los niños siempre están observando todo muy atentos y así es posible que los veamos al menudo reproduciendo campos en miniatura y jugando a imitar las tareas que ven hacer a padres, tíos y abuelos. En relación con esto, en el campo los niños pueden aprovechar los materiales (maderas, arcillas, paja, piedras, etc.) que pillen y construir todo tipo de juguetes. En verdad, los niños comprenden mejor las realidades de la vida debido a su estrecha proximidad con estas. Esta es una de las razones por las que en el campo los niños tienen una conciencia más concreta del valor de las cosas, pues viven más cerca del proceso de su creación.
Seguidamente se destaca toda la riqueza cultural en el campo, sea expresada en leyendas, dichos, canciones, cuentos y fiestas tradicionales, las cuales hacen del campo un medio muy bueno para  desarrollar la individualidad de los niños. Así, una vez que el contexto determina las condiciones culturales y de vida, las variadas alternativas y posibilidades de aprendizaje, contacto y vivencias que ocurren en el medio rural durante la niñez, son una de las mejores escuelas para el desarrollo de los niños.
Como ha escrito la periodista  Clara Blanchar de El País en el 14 de marzo de este año, los niños de campo siempre provocan una “sacudida de conciencia”. En conclusión, en el campo hay vivencias únicas y es eso que intento ilustrar con las fotografías.